jueves, 11 de marzo de 2010

Historia de una princesa...



Una pequeña luz en las tinieblas... siempre es dolorosa para los ojos que están acostumbrados a la oscuridad y una salvación para aquellos que aman la luz... un refugio, una esperanza...

Pero aquellos a quienes les molesta, intentarán una y mil veces apagarla... esa pequeña y leve luz, cada vez más débil... sol trata de seguir iluminando por aquellos que la necesitan... por aquellos que buscan ese refugio y su calidez...


Una vez... hace mucho o puede que no hace tanto... realmente es dificil de decir, porque el tiempo pasa sin rozar... un día una jóven princesa escapó del castillo... sonreía y cantaba fuera... era muy feliz cuando sentía el aroma del pasto o cuando escuchaba a los pájaros cantar... pero ella buscaba una felicidad más lejana y quizás más dificil...

Se acercó a un pueblo... uno que no la reconocería, porque ella siempre estuvo encerrada en el palacio... se acercó y buscó a las personas... cuando llegó encontró que la gente vivía con el ceño fruncido y los ojos fríos era como si nada les doliera, pero tampoco nada les conmovía... el corazón de la princesa comenzó a apretarse como si quisiera dar más espacio, como si quisiera dejar de ver la tristeza del mundo...

Aquella jóven se acercó a ese lugar... vendió sus ricas ropas y compró unas que fueran cómodas... entregó lo demás a aquellas personas que lucían el hambre en sus rostros... pero casi nada cambiaba... se puso a trabajar y con ello quería ayudar a aquellos que menos tenían... ellos le agradecían... pero el ceño de todos seguía igual y sus ojos no variaban su frialdad... era doloroso verlos así...

Un día sus piernas temblaron y sus ojos ya no pudieron retener las lágrimas... no soportaba la frialdad de hielo de cada ser... sobre todo su egoísmo... cada uno vivía para si mismo y nadie intentaba ayudar al otro... todos luchaban por un lugar o parecer más, pero no les importaba dejar a otros abajo, y si los dañaban... lo olvidaban rápidamente... no soportaba esa frialdad...

Allí en el suelo lloraba... cuando un ser se acercó... era un niño... uno de ellos, el cual se había contagiado de la frialdad... pero, en ese instante sus ojos temblaban, era como si algo los remeciera por dentro... pero el no lo entendía... tomó la mano de la princesa y la ayudó a levantarse... con un impulso nacido del corazón el pequeño la abrazó... era un abrazo tan cálido y suave que ella cerró los ojos... cuanto aliviaba ese abrazo el peso de su corazón... cuando volvió a mirar al niño... sus ojos ya no eran fríos... ahora silenciosas lágrimas corrían por su rostro y en un suave susurro... casi como saliera del alma... ese pequeño le pidió perdón.... el no sabía porque... pero entendía que ellos habían causado la tristeza inmensa que emanaba de la jóven... y deseaba más que nada que ella sonriera...

Ella acarició sus cabellos...

- Gracias - le dijo ella - Muchas gracias por darme la fuerza que tanto necesitaba... yo quería ayudarlos, pero tu me has ayudado a mí... tu no tienes la culpa de la tristeza que cargo en mi corazón, ni nadie la tiene... pero gracias a tu mirada y tu abrazo podré volver a sonreir...

Y regalándole una sonrisa ella tomó sus manos sintiendo la pureza de esa alma... y volvió a empezar, comenzó a regalar sonrisas... a entregar palabras suaves y cálidas... olvidaba cuantas palabras crueles y frias recibía y volvía a sonreir... siempre con la esperanza de recuperarlos...

Un día... uno de ellos rompió en lágrimas y le rogó perdón... otro comenzó a senreir cada vez que ella le sonreía... y otro se escuchaba cantar mientras trabajaba... y así... poco a poco... las personas comenzaron a ser quienes eran... comenzó a tomar color ese pequeño y oscuro pueblo... comenzó a sentir con más fuerza...

Una noche... cuando todos celebraban abrazándose unos con otros, volviendo a recordar que era la amistad... ella se alejó suavemente y retomó su camino... ahora era feliz, había logrado que las personas recordaran lo que era sentir... pero ahora debía seguir su camino... ese lugar no era al que pertenecía... por que una vez que las personas mejoraron... olvidaron quien había comenzado a contagiar las sonrisas... se olvidaron de esa pequeña que quiso ayudarlos... por eso, ella supo que ese no era su lugar... así que decidió seguir caminando...

Quizás en otro pueblo... quizás en otra ciudad... en otro país o en otro mundo estaría su lugar... por ahora, era feliz porque había aprendido a regalar sonrisas... y eso siempre le daba fuerzas para seguir...


Kazeai

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