Exisitó una vez... hace muchos años... una niña que quería ser princesa...
era una niña de ojos dulces y abrazos cálidos, era una suave brisa de verano que solo buscaba compañía...
Un día una corona cayó sobre su cabeza... ella no cabía en si de felicidad... pero pronto, las personas que estaban alrrededor comenzaron a pasar... caminaban sin mirar y no se daban cuenta que había alguien de pie entre ellas... así empujaron a la pequeña, la pasaron a llevar tantas veces que la corona se cayó de su cabeza, y fue pisada por tantas personas que pasaban y pasaban sin mirar si quiera sobre quien o que pasaban...
La niña cayó de rodillas en el piso, mientras lágrimas caían por su rostro, las secaba con ambas manos desesperadamente, avergonzada de su debilidad... mientras el mundo seguía caminando a su alrrededor... mientras las personas ciegas en su quehacer, pasaban por encima de la pequeña...
Pronto sus vestidos se rompieron, pronto sus peinados fueron desarmados, pronto su hermoso rostro estaba surcado por tristes lágrimas dejando huellas de su paso y volviendo el rostro solo uno más entre el mar de gente...
Mientras ellas recogía los trozos de su preciada corona, las personas comenzaron a disminuir... estaba oscureciendo y el mundo se volvía aun más frio...
La niña recogió sus piernas en un abrazo y allí pasó la noche, sin querer olvidar por un instante lo que había vivido, tratando de evocar las sonrisas que hacía poco se habían instalado en su rostro...
El mundo siguió adelante y la pequeña comenzó a volverse mujer, una de piel dorada... diferente al blanco de todos, una mujer con mirada amable, que quería poder cambiar ese lugar...
Ella caminaba entre las personas y sin que estas se dieran cuenta, acomodaba su caminar, para que no chocaran, para q no se hicieran daño unos a otros al pasar... pero ella era una, y los demás eran muchos... no le era posible ayudarlos a todos... y eso la entristecía...
A lo lejos, ella podía divisar el castillo al que un día le fue designado llegar, su mayor sueño, su sonrisa eterna... un sueño, que fue destruido por esas mismas personas a las que ahora ayudaba... esas que no la veían, que no sentían sus lágrimas... Esas... que olvidaron lo que era ver alrrededor y que seguían pasando...
Ella aún tenía la esperanza de que la vieran... aún esperaba que le sonrieran... pero esa esperanza se fue destrozando poco a poco, cada vez que las personas la empujaban, botaban y dañaban, sin darse cuenta, sin importarles realmente...
Aún así, su esperanza aún existía y ella seguía esperando, un día tras otro...
Un día sus pasos la llevaron a un lugar lejano de la ciudad... uno que nunca había visto... uno lleno de verde y olores suaves... poco a poco la melancolía del lugar la comenzó a absorver, y el viento, con su soplido la comenzó a hipnotizar... con su fuerza la alejaron del pueblo, de la gente que la dañaba, de las personas que la alejaban... porque ellos querían recuperar su sonrisa... se habían enamorado de su alegría, y no soportaban verla así...
Y fue así, que la joven comenzó a recorrer lugares, ciudad por ciudad, pueblo por pueblo... buscando... siempre buscando el lugar donde pudiera conservarse su sonrisa, un lugar donde la gente ya no fuera mecánica ni egoista... uno... donde ella pudiera abrazar y ser abrazada...
Y allí está, aún sigue buscando, mientras lágrimas caen por su rostro... sigue buscando, y canta... canta para llamar la melancolía, para alegrar al viento... su mejor amigo... canta y llora... hasta que se acaben las lágrimas... hasta que, por fin... pueda encontrar su lugar...
Kazeai